En febrero, la Editorial SM, con el apoyo de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile, organizó la conformación de un Canon Latinoamericano del siglo XX, de libros de literatura infantil y juvenil publicados de 1900 al 2000. En marzo se reveló que entre los 10 libros más votados y analizados por veinte y siete seleccionadores de Latinoamérica aparece la obra ecuatoriana Verde fue mi selva, de Edna Iturralde, publicada en 1998 por Editorial Alfaguara.
El mismo libro también mereció el premio Skipping Stones de EE.UU. y una de las obras de Iturralde seleccionada por la Secretaría de Educación Pública (SEP) de México para el currículo escolar de ese país. A la par, Iturralde aumenta su número de obras, las últimas sobre el Bicentenario de Independencia del país y Simón Bolívar.
Usted no propuso la obra para el Canon, ¿cómo siente el galardón?
Como ecuatoriana me satisface que un texto de esta nacionalidad esté entre los «10 mejores» libros de literatura infantil y juvenil de Latinoamérica del siglo XX, luego de pasar las selecciones entre 151 títulos, 82 y 59 (43 con varios votos). Me siento honrada y dichosa como ecuatoriana y como escritora profesional, ya que estar en este canon es el más alto honor que se puede recibir.
En estos últimos años escribe sobre el Bicentenario, ¿por qué?
Son 4 libros, tres novelas -El perro, el farolero y una historia de libertad; El caballo, la rosa y una historia de rebelión y El cóndor, el héroe y una historia de independencia- y un recuento histórico fácil de leer y con hechos que los historiadores normalmente no cuentan (la rebelión de los negros en La Tolita, en 1809, la defensa de El Panecillo por las mujeres quiteñas en 1812), Imágenes del Bicentenario. Escribí las obras con motivo del Bicentenario de la independencia de Ecuador celebrado en 2009 y me pareció importante que no pasara desapercibido.
En sus investigaciones se topó con el personaje de Rosa Zárate, ¿por qué lo destacó en su obra?
Rosa Zárate no consta en ningún lado; su nombre no está en la lista de los próceres porque fue fusilada y decapitada por el Ejército Realista junto con su esposo. Por ser mujer no la toman en cuenta, aunque antes había una pequeña escuela con su nombre. No es sorpresivo porque a Manuela Cañizares, en cuya casa se reunían los patriotas, le omitieron su nombre de la placa colocada en la casa junto a la iglesia El Sagrario.
Cuando hago investigación voy al pueblo… sobre el que voy a hablar y escucho las tradiciones orales
Se ha dicho que usted combina magia, historia y antropología…
Me siento satisfecha de poder lograr mis metas a través del estudio, el trabajo fuerte, de un gran entusiasmo y de un gran amor que tengo por mi país. Todos los libros que he publicado relacionados con arqueología o historia, como Miteé y el cantar de las ballenas, permiten difundir los logros de los antepasados que los ecuatorianos desconocen. Como la conquista del océano Pacífico con balsas de las culturas Machalilla y Huancavilca, que llevaron el spondylus hasta México yendo y viniendo por 2000 años.
Investigo con arqueólogos, historiadores, archivos y libros para luego inventar, crear y compartir la aventura y el misterio en forma entretenida para los lectores. Todo lo real va orquestado dentro de la historia.
¿Cómo concibió la historia en la Amazonía de Verde fue mi selva?
Fui a ver a las nacionalidades indígenas de la Amazonía. Cuando hago investigación voy al pueblo, a la cultura o etnia, sobre el que voy a hablar y escucho las tradiciones orales; no las escribo, las escucho porque es parte importante para saber sobre la cultura. Los cuentos de Verde fue mi selva están basados en varias culturas.
¿Cuál es su acercamiento a la escritura y publicación de libros?
Tengo treinta y tres libros, sin contar uno sobre Simón Bolívar, que ya acabé y está por publicarse. Para mí escribir es mi vida, un día que yo no escribo, siento que el tiempo me ha jugado una mala pasada y que se me escapó. Escribir es como una segunda piel, algo maravilloso, como respirar, como magia…
¿Qué otras alegrías guarda de su vida profesional?
Fui consultora por poco tiempo de Unicef y Plan International. Para la primera hice 3 libros llamados Ser y compartir que enseñan valores a los niños, a través de sus noventa cuentos, divertidos y simpáticos. La experiencia que yo llevo dentro de mi corazón es haber sido fundadora y directora de la revista infantil Cometa, que circula con Diario Hoy, por once años. Por cuestiones de publicidad decía que la hacíamos un equipo de once, no solo yo, cambiando los nombres, como sí sucedía.
En la oficina estaba una asistente, un mensajero, yo y una ardilla que compré enojada por el asunto del tráfico de especies silvestres y para liberarla. Un día llegó de sopetón un representante de Nestlé y preguntó por el equipo; yo dije que estaban enfermos, con alergia, ese día.
¿Cuál ha sido su experiencia con los gremios de escritores?
En 1996, la primera vez que se trató de hacer una organización de autores, se llamó Unión de Escritoras y Escritores de Literatura Infantil (Udeli) y yo la presidí. Duró un año y produjo un libro de cuentos y poesías de navidad. Se desintegró, pero actualmente el grupo Girándula, Asociación Ecuatoriana del Libro Infantil y Juvenil, filial del IBBY (Organización Internacional para el Libro Juvenil, por las siglas inglesas de International Board on Books for Young People) en Ecuador, se mantiene.
Ellos hacen congresos y las maratones del cuento. Por el momento, presido la Academia Ecuatoriana de Literatura Infantil y Juvenil, adjunta a la de Latinoamérica. Con Girándula, trabajamos juntos.
Iturralde en su tinta
Tiene listos: Cuentos del río Yasuní, que saldrá en verano, y Simón era su nombre, que se difundirá en Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.
Y su corazón escapó para convertirse en pájaro y Verde fue mi selva fueron seleccionados por la SEP, en el concurso bienal que congrega miles de libros en español del mundo.
Considera que en los últimos 10 años, un 80% de maestros ecuatorianos trabaja por la lectura.
Verde fue mi selva nació de una investigación impulsada por la autora en 14 sitios, mientras colaboraba con Unicef.
Defiende la calidad del trabajo de los ilustradores nacionales, que ya son solicitados en países de Latinoamérica.
Walter Franco – Reportero – Cultura
© El Telégrafo C.A. 2010
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